
El caballo mongol, no podía con el caballo de guerra europeo aquí la hierba abundante y el heno invernal hicieron una montura que siempre sobrepasaría a un estepario. Los buenos ejemplares son la materia prima de una buena caballería y hoy se tiene un cuidado especial al escoger caballos para los ejércitos. En el caballo hay más que huesos y músculos fuertes al igual que el jinete, el caballo debe ser entrenado para ir al paso, trote y galope obedeciendo al jinete, su entrenamiento comienza como el de un corcel de guerra medieval, con la rienda corta, pero el de caballería debe enfrentarse con algo que nunca enfrento el corcel de guerra. El caballo también tuvo que aprender a soportar en gran escándalo de una batalla con pólvora, por naturaleza el caballo es una criatura nerviosa solo el cuidado y dosis cuidadosamente medidas de exposición podrán hacer que se mueva con soltura entre ruidos de disparos.
Pero la pólvora no solo hace ruido, si no toda una revolución. En el siglo XVII los mosquetes y cañones contra los cuales ninguna armadura estaba segura, dejaron al hombre que la llevaba fuera de lugar, así que después de cinco siglos de dominación el caballero desapareció de repente, como la escarcha de un campo de batalla calentado por el sol, los jinetes que sobrevivieron tuvieron que idear nuevos papeles, uno de ellos sería el de fuerza de choque final, el otro el de perseguir a sus enemigos para su destrucción.
La caballería ligera, los exploradores y avanzadas de un ejército, no llevan ninguna armadura solo se hace para dar esplendor a sus uniformes, no hubo jinetes más vistosos que los lanceros y usares de aquellos tiempos. La espada es el arma principal de la caballería pero no siempre fue la mejor, la tradicional ligera eligió la cimitarra curva, mejor adaptaba para cortar y acuchillar en la confusión de la batalla, la caballería acorazada que desde un principio escogió la espada recta y pesada.

La mejor arma de la caballería es la lanza; la cual volvió con la caballería irregular de los cosacos, pronto toda caballería que se respetara no carecería de lanceros, el gran alcance de la lanza la hacía ideal para la persecución de la infantería. La caballería también experimento con armas de fuego tratando de convertir una amenaza en un arma.
Las armas de fuego de repetición, revólveres y carabinas, que se hicieron accesibles en tiempos de la guerra civil americana, hacían ver que por fin la caballería podría repartir su parte de fuego, pero la verdad que hombre y jinete se convirtieron en un gran blanco y estaban condenados a ser víctimas de los soldados ocultos.
Pero para el jinete no habría mejor arma que la creada para él por el semental y la yegua; su caballo, fue la velocidad y fuerza de su montura lo que le dio impulso en el ataque, en una carga oportuna el caballo puede ser usado literalmente como unidad de choque para derribar una formación de a pie, fue la acción de choque de la caballería lo que en ocasiones decidía el rumbo de una batalla: en la guerra de los 30 años Gustavo Adolfo utilizo su caballería sueca para dar el golpe definitivo, la caballería inglesa de Melbourne hizo la carga decisiva desde una posición de flanco que los franceses dejaron desprotegida, la caballería pesada de Napoleón alcanzo la victoria en Marengo.
La infantería estrechamente formada y con protección de artillería no podría ser aniquilada por la caballería; los usares y lanceros ingleses fueron masacrados por los cañones rusos en Balaclava “Hacia el valle de la muerte, cabalgaban los seiscientos; magnifico pero eso no es la guerra” así fue como describió un general la carga de la brigada ligera.

En el siglo XIX, en Europa la caballería aun parecía verse magnifica y ocasionalmente hacia cosas magnificas, pero ya estaban contados los días del soldado a caballo, fue el principio del fin aunque se necesitaran muchos años para su total hundimiento. Pero por más noble que fuera la cuna de un oficial y más resistente su coraza no podía alejar la bala moderna.
Cruzando el atlántico en una sociedad que nunca conoció una clase caballeresca, donde el caballo solo era un medio para viajar por un vasto país, los soldados evitaron pensar que los jinetes podrían ignorar los efectos de las modernas armas de fuego. Ambos mandos de la Guerra de Secesión Americana, reclutaron grandes fuerzas de caballería, en 1865 había 80 000 jinetes en los servicios de la Unión, y 40 000 en los Confederados. Ninguno de los bandos utilizo a los jinetes para combatir al estilo europeo, pero en las escaramuzas, exploración y sobre todo en las incursiones los jinetes americanos avergonzaron a sus equivalentes europeos, en una batalla de caballería un complacido observador europeo considero: “Sus combates de caballería son tan despreciables se aproximan unos a otros con gran audacia hasta estar a unos 40 metros, cuando solo se debe usar el acero, se detienen y comienza un fuego irregular de carabinas y revólveres”.
Ni la inutilidad de las técnicas de caballería tradicionales, revelada por la guerra ni su coste en animales sacudió en lo más mínimo el prejuicio de los generales europeos, esta seguía siendo dominada por jinetes que pensaban que las cargas a sable y lanza en un estilo inalterable desde la edad media era toda la preparación necesaria para una guerra de ametralladoras y artillería.
El futuro del arma de caballería parecía incontestable, parece probable que en 1914, hubiera mas caballería en existencia que en cualquier periodo anterior de la historia, Inglaterra fue a la guerra con 10 000 caballos, entrenados en las nuevas técnicas de la acción desmontada. Pero muchos destacamentos franceses seguían siendo entrenados al estilo de Napoleón, vestidos con casco y coraza, armados con la lanza y el sable por delante.

Creyendo todavía en la invencibilidad de la caballería los franceses movilizaron 10 divisiones, sus aliados rusos 36 divisiones, algunas formadas por cosacos de las estepas. Los alemanes enviaron 11 divisiones a la guerra, y sus aliados austriacos otras 11, en total los ejércitos desplegaron en el frente más de 300 000 caballos en el frente, tal cantidad de caballería no solo fueron números negativos en el campo de batalla, si no un gran gasto en el esfuerzo de guerra; los caballos exigen una atención contante: limpiarlos, herrarlos, abrevarlos, entrenarlos, mimarlos. Este trabajo es siempre constante incluso cada caballo debe ser numerado y registrado como al personal de ejercito “cuidad a vuestros caballos” esta es una de las máximas de la caballería, porque un caballo enfermo puede rendirse antes de encontrar al enemigo. Al contrario de la maquinas los caballos inactivos requieren un esfuerzo para mantenerlos, producen basura en enormes cantidades, limpieza en uno de los servicios menos populares en el establo, también consumen alimentos en un volumen equivalente, la ración de un caballo es de unos 5 kilos de heno más otros 5 de granos al día, aunque estén bien cuidados los caballos caen enfermos casi tan seguidos como sus jinetes y requieren la misma atención. Las bajas de caballos realmente fueron grandes, una gran cantidad murió en el campo de batallas por balas, granadas y bombas.
Pero a pesar de las evidencias que la guerra de trincheras y los caballos, no eran compatibles los generales de todos los ejércitos, de la Primera Guerra Mundial persistieron hasta 1918, en buscar modos de llevar a su caballería, a luchar contra el enemigo, se aferraron a la creencia de que con solo, que pudieran abrir una brecha en las trincheras, mediante la artillería y el asalto de la infantería, los jinetes la pasarían a galope para completar la victoria. Pero las condiciones de la guerra de trincheras hacían imposible mantener la caballería dentro de un alcance efectivo, teniendo que mantenerse a 16 kilómetros del frente fuera del alcance de la artillería enemiga.
Pero por más grandes que fueran los peligros de la aproximación y del frente, cuando los caballos se encontraban con las balas y el fuego de cañones, las dificultades eran mucho mayores. Sin embargo ya al final de la guerra algunas divisiones de caballería tuvieron la oportunidad de cargar contra el enemigo.

“Había colinas y trincheras, al fin llegamos a campo abierto el jefe de escuadrón descubrió a los alemanes en el campo, nos afirmamos a nuestras sillas y nos protegimos atrás de los cuellos de los caballos, sacamos nuestros sables y fuimos como rayos, naturalmente cuando los alcanzamos estaban más o menos a campo abierto, por desgracia recibí un golpe por la espalda, veía la sangre escurriendo por la manga, lo siguiente que pensé como eh de bajarme de este puñetero caballo así que deje caer mi brazo al frente de la silla, solté el nudo del sable y lo subí, no recuerdo nada más porque después de eso me desmaye”.
Fred Horsnail (5th Dragon Guards)
Hay unos lugares donde la caballería de la Primera Guerra Mundial, encontró espacio para maniobrar como los jinetes de antaño, el general Allenby despejo una gran fuerza de montada en Palestina contra los turcos, aquí en las despegadas llanuras los nómadas de la estepa, los ligeros caballos de los sarracenos, y los descendientes de los caballeros libraron sus combates tradicionales por última vez.
Buena parte de la fuerza de Allenby, eran australianos preparados para luchar, como tiradores a caballo, aquellos jinetes ligeros australianos eran nacidos entre caballos y armas ligeras, a pie disparaban como tiradores expertos, sobre la silla galopaban como cazadores se zorros. En Versiba el 31 de octubre de 1917, representaron una de las últimas grandes cargas de caballería de la historia.
“Una vez que nos pusimos en marcha los caballos iban a galope tendido, nadie intentaba hacerlos volver y manteníamos la línea como si desfiláramos, cuando llegamos ahí no había alambradas solo trincheras y los turcos en ellas disparándonos, los siguientes estaban de pie disparándonos por encima de las cabeza de su propia gente, muchos de nosotros teníamos revólveres y también disparábamos. Había hay un turco que estaba tirado en el suelo apuntándome con su fusil y yo le hinque las espuelas al caballo y este salto, el turco disparo, no sé donde fue su bala, pero si se donde fueron las mías por que estaba justo debajo de mi y le metí dos”.
Martin Balserini (australian light horse)

General Allenby
Para la caballería que había resistido la implacable fuerza de la historia, más tiempo del que justificaba su utilidad, al fin se estaba poniendo el sol, era el momento de decir adiós a los caballos que habían luchado tanto tiempo en conservar, uno por uno los regimientos de caballería los fueron cediendo.
Pero sería erróneo decir que la caballería a muerto, en algunos ejércitos por supuesto que lo hiso, en otros tantos, la caballería a demostrado pese a toda la evidencia histórica que puede adaptarse… se mecanizo abrazo el espíritu de la guerra acorazada como en el pasado sus caballos. Ni en espíritu, ni en nombre a muerto la caballería, muchos de los actuales guerreros vestidos de acero se siguen llamando dragones, usares y lanceros, en el sonido de estos aun el oído puede captar el sonido de un casco de caballo en las grandes llanuras de todo el mundo.
Mas información: The imperiar war museum, Royal Army veterinary corps, The french cavalry school Saumur
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Autor: Cazador en .22
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