
El .45 ACP tiene una reputación envidiable de cartucho potente, para deporte y defensa personal. La Smith & Wesson ha fabricado algunas pistolas de acero inoxidable y doble acción para dispararlo. El modelo 4506, de gran tamaño, tiene una capacidad de cargador de ocho cartuchos; el cargador del modelo compacto 4516, tiene siete, más un cartucho en la recámara
Las pistolas automáticas sólo se convirtieron en una propuesta realista después de la invención de los propulsores sin humo, a finales del siglo XIX. Hasta entonces, los residuos y restos ácidos que quedaban después de disparar un cartucho de pólvora negra, atascaban las complicadas piezas móviles de las, entonces, experimentales armas cortas semiautomáticas. Sin embargo, los principales componentes de la pólvora sin humo se crearon mediante la acción del ácido nítrico sobre sustancias o fibras orgánicas, lo que produce nitroglicerina y compuestos de nitrocelulosa como el algodón pólvora: ambos datan de mediados del siglo XIX. Un inventor prusiano, llamado Schultze elaboró, en 1865 un sucedáneo de la pólvora negra a partir de la madera nitrada, que alcanzó un éxito limitado. No obstante, la mayoría de los nuevos propulsores no pudieron utilizarse hasta que Nobel descubrió un método sencillo de estabilizarlos, en la década de 1870.
Principios básicos:
El principio básico de todas las armas de fuego de carga automática es el mismo. Utilizando, ya sea los gases producidos en el disparo, ya sea la energía de retroceso generada por el cartucho, se expulsa una vaina vacía de la recámara y se inserta un nuevo cartucho procedente de un cargador. La inmensa mayoría de las pistolas de carga automática vuelven a montar el martillo o el percutor al efectuar el ciclo. Las primeras pistolas automáticas militares eran sólo de simple acción, siendo necesario montar a mano el martillo antes de disparar. El montado solía tener lugar cuando se accionaba la corredera para meter un cartucho en la recámara; luego se aplicaba un fiador del seguro. Las modernas pistolas automáticas de calibres hasta 9 mm Luger y .45 ACP, suelen tener un gatillo de doble acción, con lo que al apretar éste, se monta y dispara el arma; en los disparos subsiguientes el disparador se monta gracias al ciclo automático del cierre al disparar. Sólo ha habido un pequeño número de pistolas automáticas que se montasen sólo con el gatillo. La Smith & Wesson está considerando actualmente ofrecer dicho dispositivo en su gama de armas automáticas. El automatismo propiamente dicho sucede en alguna de las formas siguientes:
Retroceso directo:
El retroceso directo es el sistema más sencillo de carga automática utilizado para pistolas. Se emplea en la mayoría de las pistolas de baja potencia del calibre 9 mm (380 Auto) e inferiores. El cierre retiene el cartucho en la recámara mediante la presión de un muelle. Al producirse el disparo, el muelle y la inercia del bloque de cierre mantienen cerrada la recámara hasta que el proyectil ha recorrido la mayor parte del cañón, normalmente corto, o hasta que haya salido de él. El bloque de cierre, en forma de una corredera o un cerrojo, se mueve después hacia atrás por la acción del retroceso, abriendo la recámara.
Un extractor en forma de gancho toma el cartucho consumido y lo lleva hacia atrás con el bloque de cierre hasta que el culote de la vaina choca con un expulsor, que la lanza hacia fuera a través de una ventana de expulsión. En el movimiento hacia adelante por la acción del muelle, el bloque de cierre recoge otro cartucho del cargador y lo introduce en la recámara, dejándole listo para el disparo siguiente. El retroceso directo no se utiliza para calibres más potentes, ya que entonces o bien el muelle de retroceso tendría que ser más fuerte, o harían falta bloques de cierre muy grandes con una gran inercia para mantener cerrada la recámara durante el disparo. Este último sistema se emplea satisfactoriamente en las pistolas ametralladoras, donde el peso no constituye un problema.
Retroceso o apertura retardados:
Con munición más potente, la recámara de una pistola automática necesita mantenerse completamente cerrada hasta que el proyectil haya salido del cañón y haya bajado la presión en la recámara. Para lograr esto hay que utilizar de alguna manera un sistema de apertura retardada. El método más común es el sistema de cierre Browning, de retroceso corto, inventado por el genio del armero John Moses Browning y patentado por primera vez en 1897. Cuando la corredera y el cierre están totalmente adelantados y juntos, el cañón es empujado hacia arriba por una leva basculante, y unos resaltes situados sobre el cañón engarzan con unas ranuras en la corredera. Al disparar, el cañón y la recámara siguen unidos y comienzan juntos el retroceso.
Cuando disminuye la presión de los gases, el cañón desciende sobre la leva basculante, permitiendo a la corredera moverse hasta atrás del todo, extrayendo el casquillo disparado y volviendo a introducir en la recámara un nuevo cartucho, al igual que en una pistola de retroceso directo. El primer diseño utilizaba orejetas o levas, una en cada extremo del cañón, pero posteriormente, se perfeccionó en una versión con una sola orejeta para una pistola fabricada por la Colt y adoptada por el ejército de los Estados Unidos en 1911. La pistola modelo 1911 disparaba un potente cartucho nuevo, el .45 ACP (Pistola Automática Colt), y siguió siendo el arma individual reglamentaria militar de los Estados Unidos hasta ser sustituida por la serie de pistolas Beretta 91, de calibre 9 mm Luger, en los años 80.
Después de su muerte, el diseño de Browning fue perfeccionado por la Fabrique Nationale de Bélgica, que en 1935 produjo la pistola GP 35 de 9 mm Luger que utilizaba un vástago fijo en la parte inferior del cañón para producir el mismo efecto de cierre y retroceso retardado. El otro diseño principal de retroceso retardado, todavía común hoy en día, es el sistema de cuña de la Walther/Beretta, en el que una cuña pivotante en la parte inferior del cañón hace el cierre con la corredera, bajo la presión de los gases de la recámara. Después de retroceder juntos una corta distancia, el cañón y la corredera se sueltan por la acción de un pasador deslizante en la parte posterior de la cuña de cierre. Para entonces, la presión en la recámara ha disminuido, y la cuña desciende, permitiendo que la corredera se mueva hacia atrás.

La nueva pistola P 85 de la Ruger utiliza una conexión basculante para efectuar el retroceso retardado, al igual que hizo John Browning en su Colt 1911 original
Pistolas accionadas por los gases:
Ha habido muchos intentos infructuosos de fabricar pistolas automáticas accionadas por gases. En general, han resultado voluminosas y complejas y requieren un cartucho potente para completar el ciclo del funcionamiento. La recámara suele mantenerse cerrada mediante un cierre giratorio en la corredera que encaja en unas orejetas situadas en la recámara. Al disparar, los gases se expanden por el cañón y empujan un pistón conectado a la corredera. Lo mismo que en los sistemas de retroceso retardado, el cierre permanece cerrado hasta que baja la presión; la fuerza ejercida sobre la corredera hace que el cierre se abra y la corredera complete su ciclo. La pistola Wildey se sigue fabricando, utilizando este sistema, lo mismo que la Desert Eagle (águila del desierto), israelí, con la que compite para el título de la pistola automática de serie más potente del mundo.
Revólveres automáticos:
Ha habido también algunos intentos notables de producir revólveres de montado automático o automáticos. El más famoso ha sido el británico Webley-Fosbery, fabricado entre 1901 y 1914. Era un revólver de seis cartuchos, similar en apariencia al Webley Mark VI, autoextractor del calibre 455; Fosbery utilizaba la energía del retroceso del cartucho disparado para hacer girar el cilindro y volver a montar el martillo. El Fosbery fue el que tuvo más éxito de todos los revólveres automáticos que se han fabricado en varias épocas en todo el mundo. Uno de los primeros fue el sistema Orbea, español, en 1863, que tenía un orificio de gases en el cañón y un pistón de gases, mecanismo éste que se encuentra con frecuencia en los modernos fusiles automáticos. El revólver Paulsen de 1866 utilizaba también un pistón de gases que montaba el martillo y accionaba el cilindro.
Ventajas:
Dejando aparte los primeros modelos fabricados, las pistolas de carga automática ofrecían numerosas ventajas con respecto al revólver. Podían contener más munición, normalmente en un cargador de peine que se podía sacar. El cargador de peine significaba que se podía recargar muy rápidamente, sustituyendo el cargador vacío por uno lleno. El retroceso que se siente en una pistola es también, por lo general, inferior al de un revólver del mismo peso que utiliza munición de la misma potencia. Parte del retroceso es absorbido por el movimiento combinado de los mecanismos y la pistola puede mantenerse más próxima a la línea de mira, reduciendo la torsión en el disparo. Al no tener un cilindro giratorio voluminoso, las pistolas son mucho más planas que los revólveres, y al no haber un hueco entre el cañón y el cilindro, se malgasta poco o nada de los gases de la combustión de la carga propulsora.
Inconvenientes:
También la pistola tiene sus desventajas. Un revólver es mucho más rápido de recargar con cartuchos sueltos y más fiable con una amplia gama de munición. Una pistola necesita que la calidad de la munición sea buena, de lo contrario fallará en la extracción o en la alimentación. Si por alguna razón falla un cartucho al disparar o hay algún otro fallo, suelen ser necesarias las dos manos para salvar la interrupción. Si un revólver falla al disparar, se puede montar de nuevo con una mano, con el pulgar o el gatillo para poner un nuevo cartucho en línea con la recámara. Anteriormente, el mecanismo del revólver podía habérselas con munición mucho más potente que una pistola, ya que el tamaño de los cartuchos y las fuerzas sobre las piezas combinadas limitaban la capacidad de un arma automática. Sin embargo, esta diferencia se ha reducido en los últimos años. El revólver de doble acción se convirtió en el arma preferida para los defensores de la ley y la defensa personal civil. Y, muy recientemente, las fuerzas de policía estadounidense y británica han comenzado a utilizar la pistola automática con preferencia.
Especialización militar:
Las fuerzas militares comenzaron a adoptar la pistola automática a principios de siglo, habiendo proporcionado el impulso inicial para su desarrollo junto con el de los fusiles automáticos y ametralladoras. Los ejércitos tienen los recursos para especificar y controlar el rendimiento de su munición. Y como la instrucción en el manejo de armas forma parte de su programa diario, se atenúan los inconvenientes de las pistolas automáticas. En cualquier caso, al arma corta se la suele considerar como un arma defensiva personal de último recurso; los militares prefieren la artillería y los fusiles de asalto como su principal potencia de fuego. Hay ciertas unidades de fuerzas especiales que utilizan armas cortas, ofensivamente, para operaciones antiterroristas y para acciones de rescate de rehenes a distancias cortas, donde los sub-fusiles y fusiles resultan demasiado engorrosos.
Fuente: Enciclopedia de las Armas
Editado por: Ernesto GS
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